miércoles, 30 de diciembre de 2009

en el tren, alhamdulillah


Estación de tren de Rabat. Diez menos cuatro minutos de la mañana. Las maletas a cuestas. Nuestro destino es Casablanca, donde haremos parada de medio día antes de retomar el trayecto a Marrakech. Buscamos un vagón al que subir. El tren empieza a moverse. Aún estamos los tres en el andén. Cunde el pánico. Oigo a Falete que grita "¡sube atxepé, sube!". Yo, sin pensarlo, subo al tren que ya está en movimiento. Me giro y el tocinete me tira su maleta. Tras ella se encarama él a golpe de pulso y piernas. Un suspiro de alivio al llegar arriba. Echamos la mirada al exterior y vemos la catástrofe encarnada en la figura de nuestra doctora. Ella permanece desorientada viendo como el tren se aleja con nosotros dentro. Otro grito, en este caso mío "¡salta mono, salta!". Falete se vuelve hacia mi con cara de incrédulo y me espeta, "¡pero estás loco! no ves a que velocidad va esto ya". Tiene razón, la cagamos. Nuestras caras son todo un soneto. La de ella, un haiku.

Cogemos rápidamente el móvil y la llamamos. Piii, piii, piii, cojones, no lo coge. Los billetes los tenemos nosotros. Nos miramos, nos reímos, seguimos preocupados por lo que hará, pero no nos agobiamos, cosas peores nos han pasado. A todo esto un morete al lado nuestro contemplando la escena. Nos percatamos de su presencia y, con nuestro perfecto francés, le preguntamos "¿Casablanca, Casaport?". Alza la vista a nuestras descompuestas caras y suelta "no, no", añadiendo el nombre de otra ciudad. La santa madre que nos parió, ahora sí que la cagamos, ¡nos hemos confundido de tren!

Toca calmarse y pensar con la cabeza. El tren a Casablanca debe de salir después del que tomamos. A las afueras de Rabat hay otra parada de tren. En medio de todo este caos mental, optamos por bajarnos del tren en esa estación y esperar a que pare allí también el tren correcto. Otra cosa será que la doctora esté en él. Depositamos todas nuestras esperanzas en que haya ido a comprar otro billete y se de cuenta de que el tren correcto salía detrás. Se ve un ferrocarril. Se detiene. Comenzamos a correr por el anden con la mirada fija en los vagones para ver si la vemos. Divisamos una cabecita conocida. Sí, alhamdulillah . Después de todo ya estamos los tres en el tren deseado.

To be continued... (inshalá)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

bruuutaaal!!! sin comentarios, jaja

La de la especialidad rimbombante dijo...

Y sin daros camellos ni nada...Y encima esperariais que os hiciera mimos después!!

Anónimo dijo...

jajajaja. Q craks!!! Pobre Sayoa