domingo, 29 de noviembre de 2009

zapatero remendón

Fui el otro día al zapatero a que me remendara el calzado. La verdad es que la gente ya no suele acudir a estos profesionales, en cuanto se rompen los zapatos, se tiran a la basura y a la tienda a por otros. Vivimos en la sociedad del pret-à-porter, en donde nada se repara, simplemente se cambia por uno nuevo.

En fin, a lo que iba. Este zapatero, Vidal, se jubiló allá por el año 1996. Desde entonces sigue trabajando, pero ahora no hay ningún letrero en la puerta de su garito que lo indique, y los cristales del local están tapados por unos maderos para ocultar que sigue practicando oficio tan antiguo. Esta zapatería de viejo es pequeña, con techos bajos y muchos zarrios por todos lados. Lo primero que llama la atención al bajar los dos escalones de la entrada es el desorden que cubre todo. Cajas de zapatos abiertas a la derecha; tres máquinas de coser antiguas por las esquinas; una mesa baja llena de clavos, tachuelas, cueros y utensilios; paredes con manchas negras y varias bolsas llenas de faena cubriendo el suelo. A mí, ese grado de entropía me gusta y me recuerda al coche de mi amiga Cris, donde uno nunca sabe lo que se puede topar si mueve una pieza. Tras unos segundos oteando el corto horizonte, te percatas del intenso olor a betún y cola que ambienta la estancia. Se nota que ahí se trabaja, ni se vende nada ni se intenta engatusar al personal con promociones supermegaguays.

Vidal no está ahí. Le llamo "¡buenos días, hola, Vidal!". Se oye tras una puerta abierta, al fondo, una voz grave, medio apagada, avisando de que ya sale. Al momento aparece Vidal, chicuto, con un bigote sin atusar, con sus gafas puestas y cubierto por un jersey de punto oscuro. A pasos cortos se acerca a la mesita que hay en medio de la habitación y se sienta en un taburete. Una vez dispuesto, levanta la vista y me pregunta "¿qué tal chaval?". Tras intercambiar unas breves palabras le muestro la zapatilla. Unos segundos de silencio examinando el material y empieza a trabajar. Saca con sus gruesas manos la plantilla, unos clavitos, un trozo de cuero o lo que sea -no soy experto en materiales-, un poco de cola y el apaño está listo en cinco minutos. Mientras laburaba no faltaban las frases quejándose del calzado tan malo que hacían hoy en día. Comentarios típicos de octogenario.

"Ya está chato, son dos euros". Coño, me parece que este hombre aún sigue cobrando en pesetas por lo barato que es. Así que tras saldar mi cuenta, salgo con la bolsa por la puerta, recordando el reportaje del Diario de Teruel enmarcado en la zapatería que decía: Desaparece el último zapatero artesano. Me dará lástima cuando de verdad desaparezca.

viernes, 27 de noviembre de 2009

vrns

ae, que hoy toca un poco de musiqueta





lunes, 23 de noviembre de 2009

mensajes para no borrar

Acabo de emocionarme de verdad. La culpa la ha tenido una gran amiga de mis tiempos cerbuniles. En cuanto he leído el título del email me ha entrado un cosquilleo por el estómago que me ha puesto los pelos de punta. De la emoción y de los recuerdos. ¡Madre mía! Estoy todavía sin palabras y con los ojos vidriosos. Y contento. Muy contento. Feliz de que se haya cruzado por mi vida una persona como ella.

Gracias por estos recuerdos. Un beso enorme.

jueves, 19 de noviembre de 2009

cosas copadas

Extraño de la Argentina el tumbarme por la tarde en la cama a ver una peli con una palangana llena de helado de dulce de leche. Porque hay que admitir que está bueno el puto helado de dulce de leche. Y los alfajores... qué ricos. Joder, si es que se me hace la boca agua sólo de pensar en esos dulces de doble capa de Terrabusi. Menuda adicción. Pelotudos argentinos, ya sabéis, no sólo montaremos el negocio de los telos, sino que también exportaremos alfajores y helado de dulce de leche -del bueno, no de los sucedáneos que se pueden encontrar por acá-. Y si además armamos un centro de hinchas de Gimnasia, joya.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

en cueros

Hace no mucho, determinada persona cuyo nombre no voy a mentar, hablando sobre la falta de inspiración y la vagancia a la hora de actualizar el blog, me comentó que tenía que hacer "algo especial" -ya ves, como si fuera tan fácil-. Posteriormente, sin haber ingerido ninguna copaza aún, me insinuó que me hiciera una foto artística en pelotas, de esas en blanco y negro, no a lo Sánchez Dragó, quizás tirando más al tipo de las del Canto del Loco. Os podéis imaginar que en ese mismo momento comenzamos a tomar unas copas. Semejante memez ni se me había pasado por la cabeza. El caso es que aquel día nos echamos unas risas sólo de pensarlo: miedo puto, seguro.

Pues bien, en el día de hoy, otra persona distinta a la anterior -tampoco voy a mencionar su nombre- me ha propuesto lo mismo. Conclusión sucinta: hay mucho hijo de puta suelto que se quiere partir la caja a costa mía. Eso, o la majadería se ha puesto de moda y decir subnormaladas da puntos para la oposiciones.

En fin, que para tranquilizaros, os confirmo que no pienso mostrarme en paños menores por estos rincones. De momento.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

esbozos de mentiras, recuerdos de verdades

El soplo de esa mirada sobre mis orejas. Ese vestido bailarín que te cubre poco más abajo de la cintura. Esas manos pequeñas y presumidas que acarician con miedo a que se marchiten los dedos. El cabello díscolo y desacompasado, como si no fuera tuyo, como si viajara por libre, sin mirarte a ti. La sonrisa, tu sonrisa, que ni ríe ni llora, ni es cierta ni es falsa, simplemente es una mentira en tu rostro que me me vuelve loco...

De madrugada y por la puerta del servicio
me pasabas el hachís
al borde del precipicio
jugábamos a Telma y Louis.

lunes, 2 de noviembre de 2009

ovejas

No se lleve a error vuesa merced y no me confunda las churras con merinas. No quiera leer entre líneas ni se me monte pitotes innecesarios. No se me amedrente voacé.

El escritor a veces plasma en primera persona las palabras y otras veces es mero amanuense.