martes, 30 de noviembre de 2010

la niebla pasar

Hoy ha amanecido con niebla baja, fría, esperando levantar e irse a otros rincones. Puede que estuviera aguardando a que le dieran vía libre hacia Barcelona, ciudad que seguramente se acueste a las horas que yo desayuno. Me acuerdo de Madrid, centro de todo. Y de más. Escucho una canción seleccionada a propósito.



Veo el vídeo y me pregunto cuántas rayas se habrán metido estos dos juntos. Y cuántas se ha dejado de meter Antonio. Tiempos pasados o no tanto. El futuro ya llegó hace rato. Lo recibimos rodeados de recuerdos, mirando siempre por el espejo retrovisor. Unas veces por el de los buenos recuerdos, el de cualquiera tiempo pasado fue mejor. Otras veces por el de la melancolía y el mundo monocromático, el del aferramiento al dolor, pensando que con ello nos haremos más fuertes ante nuevas adversidades. Escribo y se me enfría la leche. Miraré por la ventana, el ver la niebla pasar, la nieve llegar y a la luna madrugar.

lunes, 15 de noviembre de 2010

película de cabecera

La cantidad de sentimientos y reflexiones que encierran los diálogos de esta película hacen que no me canse nunca de verla.

lunes, 8 de noviembre de 2010

bibliotecando

Mis nuevas adquisiciones de la biblioteca.


Decía un amigo mío que antes de dormir era feliz con un porrito mientras veía Trainspotting o leía La rebelión de las masas. El polvo con la novia lo aplazaba a la mañana.

jueves, 4 de noviembre de 2010

un partido alocado

El partido está en el limbo, sin rumbo fijo ni equipo conformado. Cuando ya quedaba poco para que acabase, el equipo local ha revolucionado el escenario. El público anonadado observa como lo que parecía un espectáculo bufo se convierte en kafkiano por momentos.

El colocador, que ejerce de capitán, ha decidido dejar su puesto sin que finalice el set. En lugar de abandonar el pabellón decide colocarse de suplente en el banquillo a verlas venir. Los dos centrales que le acompañaban, ante tal guirigay, deciden irse del equipo. Éstos, por el contrario, se marchan lejos dejando su puesto a nuevos jugadores. El problema aquí es saber quién lo ocupará, puesto que los centrales reserva tienen sus dudas de seguir el encuentro.

Por su parte, el resto de jugadores en pista, que tan alegremente animaron al capitán a coger las riendas del equipo, parece que están perdidos y sin apoyos para asumir tal responsabilidad. Sería poco prudente aceptar la ayuda del capitán saliente después de la que ha armado. No tienen amigos en el banquillo que suplan las bajas, pero ellos son conscientes de que aún están en el equipo titular y los puntos que han logrado (y perdido) hasta la fecha son suyos también.

En medio de todo este jaleo, la facción mayoritaria que esperaba en el banquillo, está dispuesta a coger el timón y poner a un nuevo colocador que los dirija. Sin mucho ánimo, pues el final es inminente, y si salen al encuentro y acaba mal pueden perder puntos de cara a la próxima renovación. No obstante también calculan que se valore su entrega al intentar salvar el partido.

Los dos juveniles, que andan por la esquina, son conscientes de que no van a poder salir a pista, pero tratan de animar desde la zona de calentamiento para que el equipo de Teruel logre, al menos, salir bien parado del encuentro. Ya veremos como acaba el partido.

martes, 2 de noviembre de 2010

acicalarse

Antes de la fiesta toca acicalarse. Yo, para eso, suelo ser bastante presto. No me deleito mirándome al espejo ni apurando al milímetro el afeitado -mi escasa barba no me lo permite-. Tampoco tengo el placer de sucumbir ante el relax de un baño de burbujas -desde hace ya tiempo, la longitud de mis piernas dificulta que me recueste en la bañera-. Por el contrario, suelo ir con el tiempo justo para asearme y enfundarme las primeras ropas que encuentro. La combinación de atuendos no es lo mío, junto todas mis camisetas con todos mis pantalones, tendiendo casi siempre a vestirme con lo mismo.

Sin embargo, en días especiales, esos que comienzan cuando sale la luna y terminan con un sol reluciente, intento liberar la tarde para prepararme tranquilamente. Son tarde de película, música y cerveza.

Tras una señora siesta con el largometraje de fondo, intento recuperar la compostura para rendir por la noche. Dedico un tiempo prudencial a seleccionar las canciones que el día me sugiere. Le doy al play y empiezo a cantármelas yo solito. Me lo gozo. Cuando tengo el cuerpo animado me abro una cervecica, le doy un sorbo y a la ducha. Agua caliente y a seguir cantando. Ni que decir tiene que mi voz nada tiene que envidiar a la de Bunbury o Sabina. Salgo de la ducha y con la toalla en la cintura, retomo la cerveza para pasar al espejo. Imagen Macaulay Culkin total.



Sin el grito, eso sí. Como canción de fondo algo más tradicional. No sé, algo como esto.



A ponerme la ropa, terminar la cerveza y, una vez listo y preparado, a la calle de joda.