miércoles, 4 de agosto de 2010

letras amargas

Tras un largo silencio de las teclas del ordenador ya me había hecho a la idea de que esto de escribir era para tiempos pasados, momentos en la lejanía donde cada día era una aventura y cada amanecer un nuevo motivo para salir al mundo a descubrir lo bueno que nos rodea. De un tiempo a esta parte sigo con mi vida monocromática, que no es que esté mal, ojo, pero digamos que no me da mucho pie para escribir.

Hoy, sin embargo, me he llevado una grata sorpresa al vagabundear por internet. Ayer, tras cuatro meses de letargo, volvía a escribir PEM en su cajón de sastre. Paula escribe un blog desde hace ya tiempo. No sé exactamente como llegué a él, creo que a través de amigos comunes por medio de algún comentario en las redes sociales. Yo no la he visto en persona nunca. Ella ignora de mi existencia en este mundo. Pero yo la leo, la sigo y hasta he llegado a conocerla a través de sus letras que brotan de sentimientos atolondrados. No sé si en realidad ella será como me la imagino: una niña dicharachera y habladora, posesa por los zapatos, pijilla y coqueta a la vez que despreocupada y olvidadiza; una chica que se adentra en las canciones de amor hasta hacerlas suyas y que tiene la lágrima fácil con las películas; alguien que se enamora sin ton ni son por pecar de exceso de confianza. Puede que ella no sea así, que sólo sea ésta una imagen que me he creado porque me gustan esas características embutidas en el cuerpo flacucho de una escritora rubia. Pero sea como sea ella, me alegra que vuelva a escribir, aunque sea con lágrimas en los ojos y sin nadie a su alrededor -o eso dice ella-. Desde aquí le deseo -ya con retraso- muchas felicidades y espero que vuelva a brillar el sol muy pronto en su mundo de colores.

Hoy tampoco podía dejar de comentar un caminar duro y amargo que me ha sobrecogido. Es sorprendente como unas pocas líneas pueden plasmar tan vivamente un sentimiento, más aún si antes lo hemos experimentado en nuestra propia carne. Me temo que no hay patera ni galera capaz de atravesar mares de dudas, más que segundos por delante que disipen la niebla y abran el camino. A ti también te deseo que que llegue pronto el día en el que Alicia vuelva a divisar a su conejo.

Y como hoy no me salen canciones para levantar el ánimo, será porque llevo ya unos días afligido conmigo mismo e intentando buscar un lago de vino en el que introducirme, voy a dedicaros una canción con la que me fustigaba sin piedad en momentos difíciles.

Un beso.