martes, 28 de abril de 2009

epidemias a mí

La peste recorre el mundo. Esta vez lleva el nombre de enfermedad común con apellido de puerco. En unas horas deambularé por Barajas buscando el punto de partida a la Argentina, sin embargo, hoy es un día en el que no me importaría equivocarme de vuelo, cambiar el billete y adentrarme en un aparato volador rumbo a México. Semejante majadería sólo es propia de un insensato o de un valentón de tres cuartos que le gusta escribir memeces y aparentar lo que no es desde su cómoda silla tras las pantallas del ordenador -pensarán la mayoría-. Pero pese a lo que muchos elucubren sigo afirmando que no me importaría nada en absoluto viajar a México estos días.

México es un país que, sin saber muy bien porqué, me atrae sobremanera. Llevo en mente desde hace un tiempo el hacer un viajecito por allá. Llegué incluso a mirar vuelos desde Buenos Aires. A no ser que me toque el euromillón esta semana -mono no te olvides- no creo que pueda viajar hasta el país de los mariachis y el tequila a corto o medio plazo. Cosas del presupuesto.

Con la aparición de la "peligrosísima" gripe porcina mi atracción por México no ha disminuido, al contrario, ha aumentado. Ni me gusta el peligro ni me he vuelto tarumba de la noche a la mañana -sigo con el mismo grado de estupidez que siempre-, la cosa es que yo no me fío ni un pelo de todas estas pandemias y peligros devastadores que asolan al planeta en cuarenta y ocho horas. Yo fui de los que comían ternera cuando fuimos asolados por el mal de las vacas locas -el precio no bajó para mi desilusión-. Yo fui de los que ni se inmutaron cuando la gripe aviar sumía a la población del planeta. Hace poco fue el dengue, al cual me vuelvo a arrimar en unas horas, y hoy es la gripe porcina. ¿Quién da más?.

No sé hasta que punto es verdad todo lo que difunden los medios de comunicación. No sé si es necesaria tanta alarma y precaución promovida por los gobernantes. Puede que todos hagan lo que deben hacer y sea mejor meter un poco de miedo al común de los mortales antes que arrepentirse de las consecuencias. No alcanzo a conocer el verdadero tamaño de estas pestes modernas, ni tampoco los abultados beneficios que las mega empresas farmacéuticas obtienen de ellas. Pero yo, con mi parsimonia habitual, seguiré llevando el mismo ritmo de vida que de costumbre. ¡A mí los dengues y las gripes porcinas o aviares!

(Tras lo dicho seguro que pillo algo. No falla). La próxima vez que escriba será nuevamente desde el otro lado del charco. Desde allí seguiré estando al día de lo que ocurre en España o en México, y también os seguiré contando argentinadas. Chau.

2 comentarios:

Mauro dijo...

La Argentina te espera Pablo....ya casi no se habla de dengue aca, paso a primer lugar la gipre porcina jajaja, ya todos se olvidaron de alfinson jajaja

Anónimo dijo...

Pablete, el tío más duro de Teruel, no teme a las epidemias, jeje.