lunes, 4 de mayo de 2009

che viejo, se te extrañaba

Nuevamente crucé el charco. Trece horetas. No se sufre. Tras aterrizar en el aeropuerto de Ezeiza (Buenos Aires) me topo con policias, trabajadores, comerciantes y demás personal del aeropuerto cubiertos con mascarillas. La psicosis gorrina también ha llegado al otro lado del Atlántico. Fuera del aeropuerto no existe ese pánico que hace a la gente taparse la boca y la peña se sigue besando como siempre. Un alivio.

Un par de horas de colectivo y otra vez en mi casa argentina. Sorpresa, gente desconocida para mí en casa. Es una chica, colombiana. Nueva compañera de piso. Más peña pa la choza. Casi sin tiempo para descansar del vuelo suena el timbre. Descuelgo y escucho un ¡Kiooooooooooo!. Inconfundible. Nico. Acompañado de la siempre todoterreno Vander. ¡Qué fiesta! Compañía española por unos días, siempre agradable. Siendo amigos, mucho más. Se presentan con tres mochilas y las manos con bolsas repletas de libros, procedentes de su previa incursión en Buenos Aires. Poca ropa llevan: la justa y necesaria. No se han olvidado la navaja, repelentes de insectos y la bota de vino; guías de viaje y rumbo indeterminado: así se viaja.

Los tres asistimos a una obra de teatro en La Plata. La representación se llama: El Organito. Escrita por los hermanos Discépolo en la década de los veinte. Estábamos en petit comité, sobre veinte personas. Simplemente puedo decir que fue espléndida. Los personajes muy bien caracterizados, la interpretación soberbia y el argumento atractivo. Si alguno está interesado en la obra que me lo haga saber y tendrá regalito garantizado: le conseguiré un ejemplar para que la lea.

Más cosas. El primero de mayo, además de ser el día del trabajador fue el vigésimo quinto cumpleaños de Nico. Celebración a lo grande. ¡¡Asado!! La idea no fue mía, sino que salió de la mente de Nico e Irene. Con dos cojones, la dieta se pierde en días tan señalados y rincones tan apropiados. Cenorrio entre amigos con mucho vino, cerveza, ron, fernet y mejunje colombiano. No hubo tarta ni regalos: ni falta que hacía. Buena noche a la que siguió la correspondiente fiesta en un boliche.

Al día siguiente resaca. Era de esperar. Como el día anterior el asado había sido hecho por manos gallegas los argentinos que asistieron a la cena decidieron darnos un par de lecciones el sábado, así que por la noche asado de nuevo. Esta vez más gente: éramos dieciséis. Más bebida. Para ser sinceros hay que decir que a este nuevo asado se le notó de manera espectacular la mano argentina -son profesionales-. Como el día de antes: posterior desembarco en boliche. Muchas risas. Muchas. Madre mía.

El domingo la visita aragonesa tenía previsto salir rumbo al sur, pero fue aplazada la despedida para hacer una incursión en el río de La Plata. Así que con un par de amigos argentinos montamos en la zodiac de uno de ellos y a surcar las aguas. Buena tarde. La aventurilla terminó en casa de la tía de uno de ellos tomando café con facturas -pastas- rodeados de un par de rottweilers. Salimos ilesos: qué acojone.

El lunes por la mañana dije hasta luego a estos dos personajes tan queridos. Comienzan sus aventuras. Yo sigo mi ritmo de vida. En Argentina.


Coda primera

En España noticias dispares. El equipo del gobierno -no de zetapé- la vergüenza del país, ha salido vapuleado de su estadio. No me quita el sueño. Cambiando de deporte: el Teruel de voleibol ha sido campeón de la superliga española. Fiesta por todo lo grande en mi ciudad natal. Tampoco me quita el sueño, pero me alegra. De este triunfo me siento parte.

Coda segunda

Eclecticismo: escuela filosófica que procura conciliar las doctrinas que parecen mejores o más verosímiles, aunque procedan de diversos sistemas. (DRAE)

Coda tercera y última

-Che viejo, se te extrañaba, de verdad.

Frases como ésta, que salen del corazón, son las que me dan pequeñas alegrías estos días. Pocos meses y gente estupenda. No me lo esperaba. Algo habré puesto yo también de mi parte para hacerme querer.

1 comentario:

Irene Albesa dijo...

Cabrón, te dije que podías publicar abiertamente que Nico y yo comimos chulla, pero publica también de dónde venían esas "muchas risas, muchas", jeje. La verdad es que sí, catyeron muchas risas, sobre tod0o de camino a casa (antes Nico iba demasiado ciego).
Cuídate mucho, viejo (me ha gustado a mí un montón esta expresión), aunque seguro con esta gente de acá lo estarás.
Un besazo y un abrazo enorme.