Ya va quedando menos para mi despedida: el doce para los despistados. Está todo casi listo, menos el alojamiento -eso para cuando pise suelo argentino-. De momento tengo que terminar mis exámenes de Zaragoza, así que hasta el día cuatro a chapar.
A los que estén aburridos y no sepan qué hacer en los próximos doce minutos os recomiendo que veáis el cortometraje Porque hay cosas que nunca se olvidan, de Lucas Figueroa. Cuidaros y no me seáis hachepés como los críos del corto.
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