martes, 2 de marzo de 2010

Mench in Chile 2: las réplicas no cesan

Las horas pasan dejando atrás imágenes grabadas para siembre en la mente de este alberitense trotamundos. Pese a vivir en un barrio acomodado de la capital Chilena, los estragos de tamaño temblor se notan allá donde mire. En su edificio, de quince plantas, se puede observar como del noveno al decimoquinto piso una grieta deja huella del paso del terremoto. Los ascensores no funcionan, la luz se retoma al cabo de las horas y el agua vuelve a llegar con cuenta gotas tras largo tiempo. Las puertas de varios apartamentos han tenido que ser derribadas a patadas. Ni Menchaca ni sus amigos del edificio saben si aquello aguantará. No hay peritos ni expertos que hayan ido a revisar el edificio. Pese a ello siguen a raja tabla las indicaciones que a través de los medios de comunicación les facilitan: "que todo el mundo permanezca en sus hogares". No es fácil seguir tan escuetas órdenes cuando el hambre y la sed apremian y la nevera está desprovista de alimentos.

En grupo deciden ir en busca de algún supermercado cercano para aprovisionarse de víveres. Por las calles sólo pueden ser testigos de las marcas desoladoras que un ocho con ocho ha sido capaz de originar. Destrozos en casas, autos y mobiliario urbano forman el telón de una obra donde los comercios vacíos y las caras de incredulidad aterradora llenan los actos de la función. Consiguen comprar lo suficiente para unos días tras un rato de búsqueda, y deciden volver a sus viviendas.

Toca esperar, no queda otra. "Esto ha sido una pasada, qué miedo he pasado" me dice con voz seca y templada, como si la sobriedad de sus palabras intentase transmitir unas sensaciones que de antemano sabe que no se pueden explicar. El silencio mezclado con las charlas entre amigos rememorando uno de los momentos más aciagos de sus vidas serán la tónica dominante de las próximas horas, sólo rotos por el miedo que las réplicas del temblor les influyen cada poco.

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