sábado, 13 de marzo de 2010

Delibes en la maleta

Me ha dado siempre muchísima pereza el leer. Ya tenía suficiente con los tostones de la escuela y posteriormente de la universidad. O eso pensaba yo. La cosa es que veía novelas y libros, me encaprichaba en comprármelos, y tras la tercera hoja los dejaba abandonados en cualquier estantería o caja. Aún recuerdo la Divina Comedia de Dante decorando la mesita de mi habitación, dándole un aire de intelectualidad al ambiente y acrecentando la vena literaria de todos aquellos que lo veían y me solicitaban que se lo pasara después. Evidentemente ni me lo leí, ni se lo pasé a nadie.

Pese a no leer más allá de lo meramente obligatorio y de los oportunos diarios -eso sí, los periódicos los he llevado siempre al dedillo- procuraba no tener muy lejos alguna novela con la que engancharme. De esta forma, cuando me fui a mi Argentina querida, a parte de la escasa ropa que me llevé, acarreaba conmigo un libro de Miguel Delibes que había comprado pocos días antes. Me hice con él únicamente porque me gustó el título, Las ratas. No sé si es por los aires sudamericanos, por las innumerables horas en los aeropuertos y colectivos, o por la propia necesidad lectora que llevaba dentro, pero la cosa es que empecé con Las ratas y no he parado. Termino una novela y tengo otra esperándome. Y me gusta. No me canso. Quién me lo iba a decir a mí hace poco más de un año.

Ahora se ha muerto Delibes. Para mí es el autor que me introdujo en este maravilloso mundo de las letras. Siempre recordaré que con una novela suya me hice adicto a la lectura. A parte de Las ratas, leí posteriormente Los santos inocentes. Ambas geniales e indescriptibles. La forma de mostrar a la España rural del siglo pasado es insuperable. Sólo os recomiendo que si alguna vez pasa por vuestras manos algún libro suyo, no lo dejéis en la mesita como solía hacer yo, y le dediquéis algunos minutos. Merece la pena.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me dejarás la Divina Comedia?? F