martes, 2 de noviembre de 2010

acicalarse

Antes de la fiesta toca acicalarse. Yo, para eso, suelo ser bastante presto. No me deleito mirándome al espejo ni apurando al milímetro el afeitado -mi escasa barba no me lo permite-. Tampoco tengo el placer de sucumbir ante el relax de un baño de burbujas -desde hace ya tiempo, la longitud de mis piernas dificulta que me recueste en la bañera-. Por el contrario, suelo ir con el tiempo justo para asearme y enfundarme las primeras ropas que encuentro. La combinación de atuendos no es lo mío, junto todas mis camisetas con todos mis pantalones, tendiendo casi siempre a vestirme con lo mismo.

Sin embargo, en días especiales, esos que comienzan cuando sale la luna y terminan con un sol reluciente, intento liberar la tarde para prepararme tranquilamente. Son tarde de película, música y cerveza.

Tras una señora siesta con el largometraje de fondo, intento recuperar la compostura para rendir por la noche. Dedico un tiempo prudencial a seleccionar las canciones que el día me sugiere. Le doy al play y empiezo a cantármelas yo solito. Me lo gozo. Cuando tengo el cuerpo animado me abro una cervecica, le doy un sorbo y a la ducha. Agua caliente y a seguir cantando. Ni que decir tiene que mi voz nada tiene que envidiar a la de Bunbury o Sabina. Salgo de la ducha y con la toalla en la cintura, retomo la cerveza para pasar al espejo. Imagen Macaulay Culkin total.



Sin el grito, eso sí. Como canción de fondo algo más tradicional. No sé, algo como esto.



A ponerme la ropa, terminar la cerveza y, una vez listo y preparado, a la calle de joda.

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