Es raro volver por estos lugares. Viejas calles de juventud en las que se han pasado buenos y malos ratos; refugio de pecados y mentidero de alegrías.
El tiempo pasa y las horas pesan. Cambian las personas, envejecen las conversaciones, se cierran puertas y otras se entreabren para mostrarnos lo que fuimos y lo que somos. Nunca concuerda. Ni éramos lo que pensábamos, ni somos lo que creemos que somos. Tal vez así deba de ser. Hay que dejar margen a la imaginación para que retoce a sus anchas.
1 comentario:
Ya se echaban en falta tus entradas. ;)
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