sábado, 13 de diciembre de 2008

gaudeamus igitur

No hay duda alguna, en este planeta los trabajadores se dividen en: puteaos, currantes, funcionarios y personal de las secretarías de las facultades. Y manda huevos que a éstos últimos les catalogue como trabajadores. Penúltima visitilla a la secretaría de la facultad y, como no podía ser de otra forma, ni tienen el certificado que me tenían que dar ni tampoco tienen ganas de trabajar. Un aplauso por su encomiable labor a la humanidad.
Siempre me pasa la misma historia: llamo por teléfono para que me resuelvan una insignificante duda del papeleo de turno y me hagan un certificado; me atiende una señorita que amablemente me dice que espere un momento que lo tiene que consultar -da igual lo que le haya preguntado, siempre lo tiene que consultar-; y tras unos minutos de espera me responde que no puede ayudarme en esos momentos, que tengo que ir en persona para que me pueda ayudar. Así que la llamada por teléfono me ha llevado sus cinco minutos y no he obtenido la solución a mi problema. Siguiente paso: acudir en persona. Madrugo para pillar el bus y acudir a primera hora para evitar posibles colas. Una vez en la universidad, entro a la secretaría y le explico al primer homo neandertal que me espera al otro lado del mostrador el motivo de mi presencia allí y qué es lo que necesito. Saca un papel, apunta mi nombre y se dirige en busca de la jefa de turno, una mujer tapón que parece mucho mayor de lo que en realidad debe de ser -aparenta ser octogenaria-, tipo señorita Rotenmeyer, con gafas y aires de marisavidilla; tras unos breves segundos dialogando con la jefa del clan, vuelve y me comenta que no me pueden dar la hoja que necesito porque la responsable de hacer ese papel está de vacaciones, que me pase la próxima semana. Insisto durante unos minutos para que hagan un esfuerzo por hacerme el papelito ellos mismo, pero nada, están "muy ocupados". Ésta vez, antes de perder los nervios e ir en busca del vicedecano de turno -no sería la primera vez que me recorro toda la Universidad para protestar- decido salir de allí, coger el periódico gratuito que me dan a la salida e irme tan tranquilo a casa. No tenía yo ganas de jarana. Cervecica, olivas y a esperar a la próxima.
Coda: en otros países hacen masacres en la universidad por menos.

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